Él es Dariel, mi pequeño amigo de 5 años el cual conocí mientras esperaba pacientemente para cazar el rulo del panel que había pintado la noche anterior en la ciudad de Barcelona.
Llevaba unas horas aburrido parado en el mismo sitio aún sin poder ver pasar el tren en cuestión, cuando de repente apareció él, un niño lleno de felicidad porque estaba yendo a hacer una de las cosas que más le gustan, ver pasar los trenes de acá para allá.
Al darse cuenta que yo también estaba haciendo lo mismo, me preguntó cual era la razón por la que los observaba, entonces le explique que soy escritor de graffiti y le conté un poco de que se trata dicha actividad a la cuál tanto le debo, por no decir todo. Cuando comencé a hablarle sobre trenes, los diferentes modelos y mi amor por ellos noté como le empezaron a brillar los ojos ya que había encontrado un par con su mismo gusto, ahí mismo me preguntó si podíamos ser amigos, a lo que le respondí que eso no hacía falta preguntarlo, que ya lo éramos.
Ver tanta ilusión en él me llenó de ilusión también a mí, por eso mismo le dije que le iba a regalar un dibujo de un tren, que terminó siendo un cuadro ya que sentí que se merecía mucho más que un simple papel.
Al final no vi pasar el vagón al que estaba esperando pero fue un gran día porque conocí a alguien muy especial que me recordó al niño que llevo dentro, aquel niño que aún sigo siendo cada vez que estoy pintando o viendo trenes limpios o con paneles ruleando.
Las fotos son del día 2 de abril de 2024.